BIOÉTICA



¿Cuál es la especificidad de vida humana?

Por: Alexánder Cardona Giraldo *

Cuando el hombre se da cuenta que no siempre ha existido y no siempre existirá, se descubre limitado por la temporalidad, como negativa hacia el pasado y hacia el futuro, es decir, todavía no ser en el mundo, genera tensión y dialéctica entre el todavía no y el no existir más. La ubicación del hombre entre los seres vivos, la evolución, la genética, los hitos de la antropogénesis y la revelación, han tratado de resolver este interrogante. Aún así, el hombre sigue siendo problema y misterio.
El tema de la dignidad hace referencia al problema de la vida humana, por eso, la pregunta que me planteo en este artículo tiene que ver directamente con esto ¿cuál es la especificidad de la vida? Lo cierto es que me dije a mismo, he de evitar el antropocentrismo, no incurrir en el humanismo cristiano por el humanismo cristiano, o en el humanismo marxista, ni mucho menos liberacionista, no caer en cosmocentrismo, en el determinismo, e indeterminismo, no incurrir en el reducccionismo, ni totalitarismo, tendré en cuenta las ambivalencias, la doble polaridad de cara a los fenònemos y las personas, no caer en anacronismos, historicismo, contemporizaciones, biblicismo arcaico, psicologismo, sociologismo, biologicismo, y por supuesto procuraré no ser laxo o sicorigido.
Asimismo, pensé que es vital, entender las diversas variables que generan los fenònemos, tener una visión transversal frente a los mismos, la existencia y la historia de la humanidad, ser holístico y heurístico, pensar, cuestionar, interpelar, metodológicamente y teológicamente, ser prospectivo, propositivo, y ponderado en el análisis, el escrito, el discurso y finalmente, saber concluir. Después de esta breve reflexión concluyó que resulta toda un hazaña elaborar un texto a cabalidad y con honestidad.
Empecé la consideración al problema de la dignidad humana con un diagnóstico sombrío y aterrador, partiendo de la proposición Kantiana de lo particular a lo general, y siendo consecuente con esta afirmación, adentrémonos en los aspectos más generales.
En la edad antigua el hombre como problema filosófico, es un enigma que desde los primeros filósofos se han tratado de entender, asumiendo como punto de partida la pregunta ¿quién o qué es el hombre? Teniendo como punto de referencia el dualismo.
En Platón el hombre es un ideal es universal y necesario, mientras que para Aristóteles es un compuesto hilemórfico concreto y particular.

El problema del hombre para la filosofía medieval se comprende a partir de de la creación de Dios, es decir, el hombre es la criatura perfecta creada por Dios. En San Agustín el hombre tiene alma y el alma unas funciones: memoria, entendimiento, y voluntad. No así en Santo Tomás, quien afirma que: el hombre es sustancia y tal sustancia tiene unas funciones intelectivas y apetitivas, que le permiten al hombre, conocer por los sentidos, pensar, vivir por instinto, querer y moverse.
La filosofía renacentista comprende al hombre como el centro del mundo y de la realidad, en el cual el hombre debe encontrar y tomar su lugar.
Nicolás Maquiavelo sostiene que el hombre debe ser un fino político en la conquista del poder, para ello ha de hacer del hombre un ser fuerte, genial, y audaz. El hombre en la filosofía moderna es dominador de la naturaleza, conocedor de las leyes que explican el universo, eminentemente racional, lógico, productivo, y científico, capaz de conocer el mundo y las leyes que lo rigen. Desde esta filosofía podemos comprender al hombre actual, pues, se hicieron adelantos tan acelerados y rápidos, que se superó a lo realizado en los siglos anteriores.
Para el humanismo renacentista, la filosofía de la naturaleza, el pensamiento científico, la filosofía política, el hombre es: un ser racional en Renato Descartes, un ser natural, en Jacobo Rousseau, un ser autónomo en Emmanuel Kant, un ser social y económico, en Carlos Marx, un ser para la vida y el Dominio, en Federico Nietzsche, o un ser condenado a la libertad en Jean Paul Sartre, un ser por y para la muerte en Martin Heidegger.
La filosofía contemporánea, se transformó en una antropología filosófica que a su vez se fragmentó, en una antropología física, que trata de entender al hombre como un ser biológico, una antropología cultural que trata de comprender al hombre de su ser cultural, y una antropología filosófica que trata de vislumbrar al hombre en su ser personal, y responder a la pregunta por el sentido de la existencia.
En Kant el hombre se comprende como un ser autónomo bajo una ley moral natural, que nace de la naturaleza racional del hombre, que le impulsa a cumplir la ley por respeto a ella misma, puesto que su antropología se fundamenta en: la libertad humana, la inmortalidad humana y un ser supremo que es Dios y que quiere conducir al hombre a la felicidad eterna como recompensa al cumplimiento de la ley moral natural.
Nietzsche, presenta al ser humano a través de la alegoría del hombre y las transformaciones en superhombre, es decir, el mortal evoluciona por fases: la persona camello, que representa la sumisión humana y la domesticación del hombre, producto de su paciencia, obediencia y humildad. La fase del hombre león, que se entiende desde la rebeldía del individuo que no esta y no quiere estar sujeto a otros, y su virtud principal es la libertad, por ello, no acepta las normas e imposiciones. La tercera fase del hombre según Nietzsche, es el individuo niño, que significa la vida nueva y natural, pues se crean nuevos valores y normas, y para ello ataca la religión, el arte, y la sociedad, en la búsqueda de ser superhombre.
En Heidegger, el hombre es tarea, inconcluso, inacabado, en obra negra, es decir, proyecto a realizar en la historia, arrojado, y es arrojado precisamente porque la existencia le fue impuesta.
Además el hombre es un ser con los otros, es decir, que es condición de posibilidad y de apertura a los demás entes y debe estar dispuesto ha entrar en relación con otros entes.
El hombre es un ser arrojado, pues su existencia es impuesta y ha de realizarse, ya que desde la libertad capta que no puede remontarse al más allá.
El hombre es un ser por y para la muerte, es decir, el hombre se ve limitado por la cuestión de la existencia, puesto que la muerte determina las posibilidades, y pone fin a las aspiraciones, tan pronto como el hombre es arrojado y viene a la vida, es suficientemente viejo para morir, por ello, la existencia tiene como realidad en si misma a la muerte.
Para Emmanuel de Mounier el hombre tiene un papel como persona en la historia y en el mundo, y este papel ha de traducirse en un compromiso político y profético para modificar la realidad existente, brindar la libertad y ayudar a la realización de las instituciones a favor de las personas por medio de una estructura económicafavorable para la familia y el estado con el fin de lograr una sociedad internacional y justa.
En Mounier el hombre es: encarnación y trascendencia, subjetividad y objetividad, medición y libertad, es decir, en cuanto a lo primero, se refiere a la ubicación y a la identidad del hombre en el mundo, y se identifica por su espíritu encarnado en el mismo y en la historia, puesto que circunscrito por los parámetros espacio-temporales, lo que le permiten quedarse en el mundo y hominizarlo. En lo que tiene que ver con el segundo componente, rememora el compromiso del hombre de cara a la respuesta espiritual, para hacer algo en este mundo y cumplir un papel en la historia. Y finalmente, el tercer aspecto hace referencia a la capacidad del ser humano de elegir en pro de un todo que se encuentra interrelacionado.
En Mounier la encarnación es la presencia en la historia, que exige renuncia al individualismo, y compromiso con el mundo, pues la vida es un compromiso histórico, por eso la vocación ayuda a descubrir cual es el compromiso personal con la historia, para ello debe salir de sí mismo, y asumir el destino del otro en una comunidad, más allá de la relación yo-tú, tales manifestaciones del hombre que sobrepasan lo natural y se expresan en nuevos valores y acciones enfocados hacia Dios y al hombre.
En Max Scheller el hombre es el mundo del espíritu, que según él, son las producciones del ser humano: el arte, los valores, las ideas y la cultura, en el mundo del espíritu encuentra las respuestas al problema del ser, el hombre domina y trasforma su medio, crea unas categorías abstractas por medio de las cuales conoce la esencia de las cosas, y unas categorías espirituales con las cuales se enfrenta al mundo.
Para Scheller, el ser espiritual es conciencia, independencia y centro de la existencia, frente a la presión de lo orgánico de la vida y de todo lo que pertenece a la existencia.
En Theilhard Chardin, el hombre es un producto de la evolución, y hace parte de ella. En el momento en el que surge la vida y el cosmos, es cuando surge el hombre y el pensamiento, y es aquí precisamente donde germina la noosfera o materia pensante, esencialmente cuando surge la biogénesis, que es la fusión de la energía interior, con la energía trascendental, por tanto, para Chardin, el hombre es por la ley de complejidad encarnada, conciencia reflexiva, pues Dios mismo se pudo valer de un proceso de evolución para crear al universo, al mundo y al hombre y a las demás criaturas.
En el pensamiento de Paul Ricoeur, la antropología filosófica es entendida desde una fenomenología hermenéutica del hombre capaz, es decir, una filosofía de la mediación entre el símbolo, el diálogo, y la confrontación, esta estructura tripartita, esta fundada en la capacidad de problematizar, la radicalización estructurada por la confrontación, la tensión, y la aporía.
Ricoeur, tiene una filiación filosófica reflexiva fenomenológica, y hermenéutica, en orden a su obra mayor y que es fraccionada en una fenomenología de la memoria, una epistemología de las ciencias históricas, y una hermenéutica de las ciencias históricas.
En el proyecto filosófico de Ricoeur, el hombre puede ser entendido como una metáfora del tiempo y la narración, es decir, una hermenéutica del sí, para lo cual es necesario la hermenéutica de la condición histórica, la hermenéutica crítica y la hermenéutica ontológica, pues no hay reflexiones puras en hombre, por ello, siempre hay interpretación, es decir, lectura, endoencodificación, interpretación, reinterpretación, y relectura del ser y el acontecer y esto podría ser el hombre. Por tanto, no hay reflexiones, ni hombres puros, hay interpretación.
El hombre para Gadamer es: comprensión e interpretación, porque toda interpretación es un comprender, es un dejar hablar, es pregunta, respuesta, palabra y concepto, pues, el giro ontológico consiste en que el ser ahí va al lenguaje, y por medio del lenguaje se alcanza al otro.
El Diálogo y la interlocución, dan sentido lingüístico, y el ser en el mundo puede ser comprendido en el lenguaje, verdad y método, es el círculo hermenéutico desde donde se comprender el ser.Hoy la filosofía entiende al hombre como un ser personal y pluridimensionado, es decir, con unos valores fundamentales como: La libertad y el compromiso con el otro, como una totalidadad que requiere el desarrollo de todas las capacidades y valores.
 
Por ser ético, afectivo, trascendente, libre, histórico, sexuado, corpóreo, es un ser total.En nuestro tiempo, los hitos de la antropogénesis como: el bipedismo o progresiva cerebrización, la dentición, o formación de los dientes para masticar, el lenguaje, o simplificación de las cuerdas vocales y con ello la articulación de sonidos en palabras, el surgimiento de la ontogenia, o formación del cuerpo para la eclosión o el desarrollo evolutivo del esqueleto embrionario, tratan de explicar el desarrollo del hombre hoy.
No parece que sea una explicación irracional e ilógica, o no válida, todo lo contrario es el producto de años de investigación seria, que pueden ser una verdad, no la verdad misma. Parece ser, que el proceso de hominización hoy para muchas personas en distintos contextos sigue siendo válido, según este proceso el hombre pertenece a la clase de los mamíferos y en el orden de los primates y dentro de este, se sitúan los monos africanos, los antropoides, y adentro de estos la familia del hominaide. Los pungidos, y el hombre actual.

La ubicación del hombre dentro de los seres vivos ubica al hombre de la siguiente manera: el reino animal compuesto por protozoarios y metazoarios, cordados, vertebrados y mamíferos, divididos en prototerios o monotremas, metaterios o marsupiales, euterios o primates, y de estos últimos surgen los prosimios y los antropoides, y los simios, divididos en; platirrinos y catarrinos, al cual pertenece el famoso pungido.
Dentro de esta misma clasificación se encuentran los hominidos, divididos en: homininos, como el astralophitecus, y el homo como: Homo habilis, homo erectus, homo sapiens, homo faber, homo loqueen y hombre actual.
Según Darwin, en su obra: el papel del trabajo en la trasformación del mono en el hombre, tratando de responder ¿cuándo cómo y en dónde apareció el hombre? Dice: entre tanto, extinguidas como actuales, existen diferencias de forma, estructura y funcionamiento fisiológico, lo cual da origen al hombre y generan varias hipótesis entre las que tenemos:
Monofiletismo: sostiene que a pesar de las diferencias el hombre pertenece a una misma especie. El Polifiletismo: afirma que los seres humanos pertenecen a especies diferentes. El Monogenismo dice que la humanidad proviene de una pareja, mientras el poligenismo afirma que la humanidad tiene orígenes distintos, la revelación sostiene que la especie humana es una y que procede de una sola pareja creada por Dios. El evolucionismo impugna y rechaza el creacionismo, y afirma que el hombre procede de la evolución y los cambios generados en las especies inferiores.
Hoy podemos entender al hombre por la evolución a partir de la genética que ha mejorado las posibilidades de realización de diagnósticos rápidos de enfermedades o anormalidades hereditarias, haciendo uso de técnicas de la biología molecular.
La genética como disciplina dedicada al estudio e investigación de los fenómenos relacionados con la naturaleza, lo ha conducido a la manipulación de la propia molécula de vida, por lo cual, el hombre se siente cada vez más dueño de su propio destino.
Por tanto, El tema de la dignidad humana en esta sociedad posmoderna en un país en vía de desarrollo, puede ser un análisis interesante, y digo atrayente en el sano sentido de la palabra, porque en Colombia, este concepto de dignidad humana parece ser que denota lo que es, quisiera y debiera ser la persona humana, pero que connota hoy en nuestra realidad claramente lo que no es.
En un país como Colombia, uno de los más violentos del mundo, inserto en un conflicto armado desde hace medio siglo -o perdón en una situación irregular
como algunos diputados, y diplomáticos, lo quieren hacer ver – donde se atenta
constantemente y en todos los sentidos a la dignidad humana, y se violenta los derechos fundamentales de las personas, en donde el 70% de la población es
pobre, paupérrima, y marginada, puede ser que resulte una tarea nada fácil
comprender esta realidad, pues es evidente la malevolencia que la benevolencia
de este concepto en nuestro contexto hoy.
La dignidad humana en un país en el cual fenómenos como: el paramilitarismo, las autodefensas, la guerrilla, los conflictos esmeraldíferos, y feudalísticos, el hambre, el desempleo, la corrupción, el narcotráfico, las pocas oportunidades para tener una buena calidad de vida, y los profundos desequilibrios sociales son sin lugar a dudas atentados contra la dignidad de la persona
El criterio de valoración
Desde la perspectiva ética, un objeto tiene mayor valor en la medida en que sirve mejor para la supervivencia y mejora del ser humano, ayudándole a conseguir la armonía y la independencia que necesita y a la que aspira.
Por tanto, es primordial que los valores que se elijan y que se persigan en la propia vida correspondan con la realidad del hombre, es decir, sean verdaderos. Porque sólo los valores verdaderos pueden conducir a las personas a un desarrollo pleno de sus capacidades naturales. Puede afirmarse que, en el terreno moral, un valor será verdadero en función de su capacidad para hacer más humano al hombre.
Veamos un ejemplo. Puedo elegir como ideal el egoísmo, en la forma de búsqueda de la propia comodidad y del propio bienestar, desestimando las exigencias de justicia y respeto que supone la convivencia con otras personas y que exigen renuncias y esfuerzos. La personalidad se volverá entonces insolidaria, ignorando los aspectos relacionales y comunicativos esenciales en el ser humano. Hecha la elección, el crecimiento personal se detendrá e iniciará una involución hacia etapas más primitivas del desarrollo psicológico y moral.
Por el contrario, si se elige como valor rector la generosidad, concretada en el esfuerzo por trabajar con profesionalidad, con espíritu de servicio, y en la dedicación de tiempo a causas altruistas y solidarias, entonces se favorecerá la apertura del propio yo a los demás, primando la dimensión social del ser humano y estimulando el crecimiento personal.
¿Los valores universales?
Hace poco estuve en foro donde un filósofo afirma que no es posible una ética universalista hoy, puesto que la posmodernidad que para algunos no existe, ha fracasado, todo lo que algunos hombres anhelaron lo alcanzaron y se desencantaron, y paradójicamente todos lo logros de algunos hombres muy científicos e ilustres no han solucionado los problemas existenciales, ni los profundos desequilibrios en los que vive la sociedad hoy, el hombre existe en la era de la biología, y a su vez en la era del vacío (tal como se deduce del proceso de desarrollo del ser humano), la maduración personal sólo se facilitará procurando eliminar obstáculos que puedan originar una detención de la misma o una regresión a tapas más primitivas (propio interés).

Por eso, parece acertado concretar hoy algunos valores universales, deseables para todos, operativos para algunos seres humanos y para algunas culturas, mientras que para otros no significará absolutamente nada.

En este sentido, la formulación clara y precisa del imperativo categórico kantiano ofrece abundante luz. Así, en la segunda formulación del Imperativo, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, dice: «Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, nunca meramente como un medio, sino que, en todo momento, la trates también como a un fin». Y en la tercera insiste en el mismo sentido: «Pues los seres racionales están todos bajo la ley de que cada uno debe tratarse a sí mismo y debe tratar a todos los demás nunca meramente como medio, sino siempre a la vez como fin en sí mismo. De este modo, surge un enlace sistemático de seres racionales por leyes objetivas comunes, esto es un reino, el cual, dado que estas leyes tienen por propósito precisamente la referencia de estos seres unos a otros como fines y medios, puede llamarse un reino de los fines»

Se trata de aquellos valores que se fundamentan en la dignidad incondicionada de todo ser humano. Una dignidad que -como puede deducirse de su propia génesis- no admite ser relativizada, no puede depender de ninguna circunstancia (sexo, edad, salud calidad de vida y demás cualidades).

Entonces ¿Qué es un principio? En sentido ético o moral llamamos principio a aquel juicio práctico que deriva inmediatamente de la aceptación de un valor. Del valor más básico (el valor de toda vida humana, de todo ser humano, es decir, su dignidad humana), se deriva el principio primero y fundamental en el que se basan todos los demás: la actitud de respeto que merece por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, es decir, por su dignidad humana.Vamos a examinar a continuación este valor fundamental (la dignidad humana), el principio ético primordial que de él deriva (el respeto a todo ser humano), y algunos otros principios básicos.
¿La dignidad humana, un valor fundamental? En la filosofía moderna y en la ética actual se propaga una subjetivización de los valores y del bien. Desde David Hume, existe una corriente de pensamiento que se expresa en la idea de que no es posible derivar ningún tipo de deber a partir del ser de las cosas.El paso siguiente nos lleva a concluir que por valores entendemos nuestras impresiones, reacciones y juicios, con lo cual convertimos el deber en un fruto de nuestra voluntad o de nuestras decisiones.

En el positivismo jurídico tipo Kelsen el derecho es el resultado de la voluntad de las autoridades del estado, que son las que determinan aquello que es legalmente correcto - y legítimo - ¿y lo que no lo es?
En ética, el positivismo y el empirismo afirman que bueno y malo son decisiones meramente irracionales o puro objeto de impresiones o reacciones, o sea, del campo emocional. Tanto en el positivismo como en el empirismo existe aún, es verdad, la idea de valores, pero sólo como una idea subjetiva o como objeto de consenso. El acuerdo por ejemplo de un grupo o de un pueblo crea los valores. En realidad esto conduce a un relativismo total. Así por ejemplo, el grupo podría acordar que los judíos no son seres humanos o que no poseen dignidad, y que por tanto, se les puede asesinar sin miedo a castigo alguno. Para esta teoría no existe ningún fundamento que se base en la naturaleza de las cosas y cualquier punto de vista puede además variar de una a otra época. No existe ninguna barrera segura de valores frente a la arbitrariedad del estado y el ejercicio de la violencia.

Sin embargo, el propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el hombre es capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma parte, es capaz de contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos. Por otro lado, el corazón humano posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor acierto- en personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia.

En síntesis: a la vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad.

Podemos aceptar por tanto, que el valor del ser humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos "dignidad humana".La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano descartárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de respeto.

Algunos principios derivados de la dignidad humana. La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr nuestros fines personales.

Principio de Respeto


«En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo y a los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona»

Todo ser humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las cosas tienen un valor de intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio, tienen valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son únicos e irreemplazables.

El respeto al que se refiere este principio no es la misma cosa que se significa cuando uno dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte merecedor de mi respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El principio de respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas.

Dado que los seres humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar elecciones, deben ser tratados como fines, y no únicamente como meros medios. En otras palabras: los hombres no deben ser utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden manipularse y usarse, pero la capacidad de elegir propia de un ser humano debe ser respetada.

Un criterio fácil que puede usarse para determinar si uno está tratando a alguien con respeto consiste en considerar si la acción que va a realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que alguien te hiciera a ti la misma cosa que tú vas a hacer a otro? Esta es la idea fundamental contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como querrías que ellos te trataran a ti». Pero no es ésta una idea exclusiva de los cristianos. Más de un siglo antes del nacimiento de Cristo, un pagano pidió al Rabí Hillel que explicara la ley de Moisés entera mientras se sostenía sobre un solo pié. Hillel resumió todo el cuerpo de la ley judía levantando un pié y diciendo: «No hagas a los demás lo que odiarías que ellos hicieran contigo».

Otros principios

El respeto es un concepto rico en contenido. Contiene la esencia de lo que se
refiere a la vida moral. Sin embargo, la idea es tan amplia que en ocasiones es
difícil saber cómo puede aplicarse a un caso particular. Por eso, resulta de
ayuda derivar del principio de respeto otros principios menos básicos.

Vale la pena hacer notar que, en ética aplicada, cuanto más concreto es el caso, más puntos muestra en los que puede originarse controversia. En esta área, la mayor dificultad reside en aplicar un principio abstracto a las particularidades de un caso dado. En consecuencia, convendrá disponer de formulaciones más específicas del principio general de respeto. Entre estos principios están los de no malevolencia y de benevolencia, y el principio de doble efecto.
Principios de No-malevolencia y de Benevolencia

«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el bienestar de los demás».

Principio de doble efecto

«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos secundarios malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal»
El principio de respeto no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un profesional, por ejemplo, respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.

Principio de Integridad

«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor de vivir con plenitud tu profesión».

Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo, efectuarlo, con profesionalidad, es decir, con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de los intereses egoístas.

Principio de Justicia

«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente de forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares».
La idea principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto puede expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos aspectos incluyen la justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.

Principio de Utilidad

«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor número de personas».
El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo, supone que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones moralmente permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.

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*Cardona Alexander Investigador.
CHANGUES Jean Pierre, El hombre neuronal, Espasa- Calpe, 1985, P 15-49
Paul RICOEUR, La mémoire, l´histoire, l´ oubli, Paris, Editions, du Seuil, 2000
A.A.V.V. ARRANZ y otros, Trinidad y Creación, Semana de estudios trinitarios Nª 38
Paul RICOEUR, La Metaphore vive, Paris, Seil, 1975
H Bouillard, Logique de la Foi, Paris 1964, p 15-37
Chardin Teilhard, La Aparición de hombre, ediciones Taurus, España, 1965


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Jose Luis Rodriguez dijo...
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